El pecado del estudio de la Biblia (Matutina De Adultos 2014 - 10 De Enero)
Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el implo sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el implo morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Ezequiel 3:17,18
EI descubrimiento de 1818 de Guillermo Miller, de que Jesús regresaría a la Tierra en “unos 25 años, lo llenaron de gozo”. Eso era bueno.
Pero, señaló, “capté la convicción con gran poder en cuanto a mi deber para con el mundo, en vista de las evidencias que habían afectado mi mente”. Si el fin estaba cerca, era importante que el mundo lo supiera.
Supuso que sus conclusiones sobre el advenimiento podrían hallar oposición entre los “impíos”, pero no tenía dudas de que los cristianos de todas partes las aceptarían ni bien tuviesen oportunidad de escucharlas. Pero, temía presentar sus hallazgos, “no sea que haya alguna posibilidad de que esté errado, y sirva de medio para descarriar a alguien”. Como resultado, dedicó otros cinco años (1818-1823) al estudio continuo de la Biblia. A medida que eliminaba una objeción a su visión del advenimiento, se le venía otra a la mente, como “del día y la hora nadie sabe”. Durante ese período de cinco años, Miller señaló, en 1845: “Surgieron más objeciones en mi mente de las que habían sido promovidas por mis oponentes posteriormente; y no conozco ninguna objeción que se haya presentado que no se me haya ocurrido antes a mí”.
Pero, después del estudio continuado, creyó que podía responder a todas ellas con la Biblia.
Por lo tanto, después de siete años de estudio, Miller se había convencido plenamente de que Cristo regresaría “alrededor del año 1843″.
A esa altura, Miller informa que “el deber de presentar las evidencias de la proximidad del advenimiento a los demás -que me las arreglé para evadirlo mientras pudiera encontrar la sospecha de una objeción que todavía hubiese contra su verdad- nuevamente me impactó con gran fuerza.
Como resultado, comenzó a hablar más abiertamente de sus posturas, en conversaciones privadas con sus vecinos y el pastor. Pero, para su asombro, “muy pocos [...] escuchaban con algún interés”.
Miller continuó estudiando la Biblia. Pero, cuanto más lo hacía, más se convencía de que tenía el deber de contarlo a los demás. “Ve, y cuéntale al mundo de su peligro” era el mensaje que lo asaltaba día y noche.
Pero, eso era lo último que quería hacer. Como verán, al igual que muchos de nosotros, a Miller le encantaba estudiar la Biblia, pero carecía de ambición para hacer algo. Ese es el pecado del estudio de la Biblia: todos somos tentados a hacer de él un fin en sí mismo, en vez de un medio de motivación para la acción.
MEDITACIONES MATINALES PARA ADULTOS 2014
A MENOS QUE OLVIDEMOS
Por: George R. Knight
El pecado del estudio de la Biblia (Matutina De Adultos 2014 - 10 De Enero)
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9:44 p. m.
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