Me regocijo en las debilidades (Matutina De Jóvenes - 07 De Noviembre)
Me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 2 Corintios 12:10
Quizá Sean Swarner podría decir, en cierto sentido humano, las mismas palabras del apóstol Pablo. Cuando tenía trece años, se fracturó una rodilla mientras jugaba al baloncesto. Veinticuatro horas después, había empeorado. En su pueblo no podían darle un diagnóstico fiable, así que fueron a un hospital de la ciudad de Columbus donde le diagnosticaron la enfermedad de Hodgkin en su cuarta etapa, la que precedía a la muerte. Le dieron tres meses de vida.
Aunque sus padres no le revelaron la gravedad de su enfermedad, él hizo su propia investigación en la biblioteca del hospital. Pero los terribles pronósticos no lo detuvieron.
Pasó más de un año soportando una quimioterapia brutal y tomando esteroides, que lo hicieron aumentar más de treinta kilos de peso. “De por sí ya es difícil ir a la escuela como un muchacho normal”, dijo un día, “pero ahora, mientras mis amigos andan tras las jovencitas, a mí se me cae el vello de todo el cuerpo y no quiero que nadie me vea”.
Con el tiempo. Sean volvió a practicar atletismo y pronto rompió las mejores marcas de natación; albergó esperanzas de formar parte del equipo olímpico estadounidense. Pero dos años más tarde, durante una de sus visitas regulares al hospital, los médicos descubrieron que le crecía un tumor en el pulmón derecho. En esa ocasión se le diagnosticó un tumor de Askin. Le dijeron que le quedaban dos semanas de vida.
Pero, de nuevo, luchó por sobrevivir. Pasó el decimosexto año de su vida en un estado de coma inducido y, después, otro año en tratamientos diversos. Después de una segunda recuperación milagrosa, dijo: “Definitivamente supe que tenía una nueva oportunidad en la vida. Desde ese momento comencé a ver las cosas de manera diferente”.
Sean terminó la licenciatura con buenas notas y luego se dirigió a la Universidad de Florida para estudiar un doctorado en Psicología. Su ideal era ayudar a los pacientes con cáncer. Pero poco después de comenzar el posgrado comprendió que no estaba preparado para hacer frente al desgaste emocional de su propio cáncer y no digamos el de los demás. Así que abandonó el doctorado.
En busca de nuevos desafíos, decidió afrontar el mayor de todos: escalar el monte Everest.
Desde entonces visita centenares de hospitales alrededor del mundo, y muestra a las personas que están al borde de la tumba que todavía pueden realizar grandes cosas. Decide hoy, por la gracia de Cristo, hallar fuerza en la debilidad.
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz
Me regocijo en las debilidades (Matutina De Jóvenes - 07 De Noviembre)
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12:30 p. m.
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