Una orden divina (Matutina De Adultos 2013 - 31 De Octubre)
Velad, pues, en todo tiempo orando. Lucas 21:36
En el lenguaje solemne de este pasaje, se seƱala un deber que se encuentra en la senda cotidiana de toda persona, joven o adulta. Es el deber de velar; y nuestro destino en el tiempo y la eternidad dependen de nuestra fidelidad en esto.
Vivimos en un momento importante. Cuando se proclamĆ³ el mensaje en 1844: āTemed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegadoā (Apoc. 14:7), el anuncio sacudiĆ³ en lo mĆ”s profundo a toda alma. Una solemnidad profunda reposaba sobre todos los que lo oĆan. CuĆ”n dispuestos estĆ”bamos a mostrar nuestra fe por nuestras obras, y a que nuestras palabras y acciones hicieran una impresiĆ³n favorable en el mundoā¦
Hoy los Ɣngeles observan el desarrollo del carƔcter, y pronto nuestra vida tendrƔ que pasar ante Dios para ser revisada. Pronto seremos pesados en las balanzas del Santuario, y la sentencia serƔ registrada bajo nuestros nombres.
Y recibiremos el don culminante de la vida eterna o seremos castigados con destrucciĆ³n eterna por la presencia del SeƱor. Podemos estar reacios a hacernos un autoexamen cuidadoso para ver cuĆ”l es nuestra condiciĆ³n espiritual y si nuestros corazones estĆ”n siendo apropiadamente impresionados por el mensaje probatorio de la verdad; pero eso no tendrĆ” efecto sobre la obra del juicio. RendirĆ” sus decisiones de igual modoā¦
āVelad, pues, en todo tiempo orandoā. Hay gran necesidad de orar no solo por nosotros mismos, sino tambiĆ©n por causa de nuestra influencia sobre otros. Nuestra influencia tiene un gran alcance. Podemos pensar que se reduce a nuestros propios hogares; que solo los miembros de nuestra familia conocen lo que somos y hacemos. En algunos casos, pareciera que asĆ es; pero, en cierto modo, la influencia de la vida de hogar trasciende el hogarā¦
Si hemos de participar de la recompensa gloriosa prometida al vencedor, hemos de pelear la buena batalla de la fe. Esto es lo que hizo el apĆ³stol Pablo.
Y Ć©l dice: āPor lo demĆ”s, me estĆ” guardada la corona de justicia, la cual me darĆ” el SeƱor, juez justo, en aquel dĆaā (2 Tim. 4:8). Seamos de los que son āricos en buenas obrasā¦ atesorando para sĆ buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eternaā (1 Tim. 6:18, 19) -Signs of the Times, 7 de enero de 1886.
āDesde el corazĆ³nā
Por: Elena G. White
Una orden divina (Matutina De Adultos 2013 - 31 De Octubre)
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10:16 a. m.
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