Luchando con Dios (Matutina De Adultos 2014 - 08 De Febrero)
Creo; ayuda mi incredulidad. Marcos 9:24.
La experiencia religiosa no es igualmente placentera para todos. Esto es especialmente cierto para aquellos que tienen un carácter sensible. Y la joven Elena era una de esas almas sensibles.
Ayer, descubrimos que “el terror se apoderó” de ella cuando de niña leyó sobre la proximidad del advenimiento. Su temor por la Segunda Venida provenía de varias fuentes. Una era la profunda sensación de indignidad. “Sentía en mi corazón”, escribió, “que yo no lograría merecer llamarme hija de Dios [...]. Me parecía que yo no era lo suficientemente buena como para entrar en el cielo” (NB, 23).
Durante años, Elena luchó con sus temores. Dos creencias falsas agravaban su problema.
La primera era que ella tenía que ser buena, o incluso perfecta, antes de que Dios pudiera aceptarla. La segunda era que si verdaderamente se salvaba, tendría una sensación de éxtasis espiritual.
Sus tinieblas emocionales comenzaron a disiparse durante el verano de 1841, cuando asistió a una reunión campestre metodista en Buxton, Maine. Allí, escuchó en un sermón que toda la autosuficiencia y el esfuerzo eran inútiles para ganarse el favor de Dios. Se dio cuenta de que “tan solo al relacionarse con Jesús, por medio de la fe, puede el pecador llegar a ser un hijo de Dios, creyente y lleno de esperanza” (ibid. 24).
De allí en más, fervientemente buscó el perdón de sus pecados y se esforzó por entregarse completamente a su Señor. “Decía yo en mi corazón”, escribió más adelante: “‘¡Ayúdame, Jesús! ¡Sálvame o pereceré!’” “Mi carga me abandonó repentinamente”, nos dice, “y se me alivió el corazón” (ibid., 25).
No obstante, pensó que esto era demasiado bueno para ser cierto. Como resultado, trató de volver a asumir la carga de aflicción y de culpa que habían sido su compañía constante. Según dijo: “No me parecía tener derecho a sentirme alegre y feliz” (ibid., 25,26). Solo gradualmente comprendió la maravilla de la plenitud de la gracia redentora de Dios.
Pero, a pesar de su nueva comprensión, continuó luchando con las dudas porque no siempre tenía los sentimientos de éxtasis que creía que debía tener si era verdaderamente salva.
Como resultado, continuó sintiendo temor de no ser lo suficientemente perfecta como para encontrarse con su Salvador en su venida.
¿Te suena conocida la reacción de Elena? A muchos se nos hace difícil creer que el evangelio realmente es tan bueno como Dios dice que lo es. Finalmente, la solución no son los sentimientos, sino leer las promesas de Dios tal cual están escritas.
Ayúdanos hoy, Señor, en nuestra incredulidad.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2014
A MENOS QUE OLVIDEMOS
Por: George R. Knight
Luchando con Dios (Matutina De Adultos 2014 - 08 De Febrero)
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6:04 p. m.
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