La Vid y Las Ramas (Matutina de Adultos)
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Juan 15:1.
En sus lecciones, Cristo no aspiraba a [enseƱar] cosas de gran altura o imaginarias. Ćl vino a enseƱar, de la manera mĆ”s sencilla, verdades que eran de vital importancia, de forma que incluso aquellos a los cuales llamó reciĆ©n nacidos pudieran entenderlas. Sin embargo, en sus imĆ”genes mĆ”s simples habĆa una profundidad y belleza que las mentes mĆ”s educadas no podĆan agotar…
La vid habĆa sido utilizada a menudo como un sĆmbolo de Israel, y la lección que ahora Cristo les daba a sus discĆpulos provenĆa de allĆ. PodrĆa haber empleado la elegante palmera para referirse a sĆ mismo. PodrĆa haber utilizado el majestuoso cedro que se erguĆa hacia los cielos o el vigoroso roble que esparcĆa sus ramas y las elevaba hacia las alturas, para representar la estabilidad e integridad de los que siguen a Cristo. Pero, en su lugar, acudió a la vid, con sus zarcillos pegajosos, para representarse a sĆ mismo y a su relación con sus seguidores verdaderos. “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador”.
Nuestro Padre celestial plantó una Vid divina en las colinas de Palestina, y Ć©l mismo era el Labrador. No tenĆa una forma distinguida que a primera vista diera una impresión de su valor; parecĆa haber surgido como una raĆz de tierra seca, y no atrajo mucha atención. Pero cuando se llamó la atención a la planta, algunos declararon que era de origen celestial. La gente de Nazaret quedó absorta al ver su belleza; pero cuando captaron la idea de que serĆa mĆ”s vistosa y atraerĆa mĆ”s atención que ellos mismos, lucharon por arrancar la preciosa planta, y la lastimaron y hollaron bajo sus pies blasfemos. Pensaban destruirla para siempre. Pero el Labrador celestial nunca perdió de vista a su planta. Cuando la gente pensaba que la habĆan matado, la tomó y la replantó al otro lado del muro. La ocultó de la vista terrenal…
Cada rama que lleva fruto es una representante viva de la vid, porque lleva el mismo fruto que la vid… Cada rama mostrarĆ” si tiene o no tiene vida; porque donde hay vida hay crecimiento. Hay una comunicación continua de las propiedades salutĆferas de la vid, lo cual es demostrado por los frutos que las ramas llevan.
Como el injerto recibe vida cuando se lo une a la vid, asĆ el pecador participa de la naturaleza divina cuando se conecta con Cristo. Los hombres y las mujeres finitos se unen con el Dios infinito -Review and Herald, 2 de noviembre de 1897.
Desde el Corazón
Por: Elena G. de White
La Vid y Las Ramas (Matutina de Adultos)
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